Por 10 valores: Respeto

Para seguir con la lista de valores, y en consonancia con los ya mencionados de Esfuerzo y Compañerismo, el siguiente en la lista es el que todos mal llamamos Respeto.

Si pensamos un momento en la palabra, lo primero que se nos viene a la cabeza es precisamente lo que los demás deben hacer sobre mí. “Respetar mis ideas”, “dejarme pensar como yo quiera sin que me digan nada”, “que todo el mundo se aguante por como soy y lo que hago”, “yo soy así”, etc. Pero el verdadero Respeto, desde mi punto de vista, no es eso. Respetar, según la RAE es:

Del lat. respectus ‘atención, consideración’.

  1. m. Veneración, acatamiento que se hace a alguien.
  2. m. Miramiento, consideración, deferencia.

Si os dais cuenta, pese a lo que todo el mundo pensamos de entrada, ninguna de las acepciones hace referencia a que dejen a alguien ser como quiera. Respeto está más ligado a la admiración que uno mismo tiene por alguien. Es decir, Respetar no es una acción que deban hacer los demás por cómo piensas, sino, una acción personal que tú decides dar a otra persona.

Elección y no obligación

El Respeto es una decisión personal que nada tiene que ver con lo que tradicionalmente hablamos. Yo puedo dejar creer a quien quiera lo que quiera, pero eso no es respeto, es simplemente civismo. Si yo respeto a alguien es porque esa persona supone un referente en el ámbito que sea, y esa persona tiene mi admiración o veneración, o simplemente tenga esa opinión en consideración mucho más que otras.

A veces hablamos de tener respeto por el resto de las personas, y parece que es obligado tener que respetarlos. Realmente lo que estamos haciendo en estos casos es denigrar la palabra y entrar a desvirtuar lo que significa. Tener respeto por alguien es mucho más que simplemente oír su opinión o dejarle hablar o expresarse. Tener respeto es dar a esa persona, por una elección personal e intransferible, un plus de atención, escucha, validez a sus opiniones e interés por lo que dice o hace.

El respeto en las acciones más simples y pequeñas

Hay muchos ámbitos en los que se puede respetar a alguien. El respeto no es sólo una cuestión que se atribuye a la familia o al conocimiento, donde se puede respetar a grandes científicos o eminencias por su alto grado de comprensión en cualquier materia. El respeto también se da simplemente a personas normales, personas que con su ejemplo y dedicación dan a diario todo su esfuerzo por ayudar, curar, trabajar, ilusionar, etc. a otras personas. Es precisamente en esta acepción en la que quiero centrarme.

Ya hemos hablado del hecho de que nadie te tiene que respetar simplemente porque existas, deberán dejarte ser libre (obviamente con las limitaciones que conlleva la libertad), pero el respeto es otra cosa. También hemos hablado de que el respeto es una elección personal que tú das libremente, pero que no tiene por qué ser correspondida, ni mucho menos impuesta. En este sentido muchas veces tendemos a confundir el respeto con el miedo y nada más lejos de la realidad.

La carga del respeto

Cuando otra persona tiene tu respeto, efectivamente esa persona tiene cierto “podercontigo. Lo pongo entre comillas porque no es realmente la palabra que quiero decir, pero sí que explica bien el concepto. Siempre me acuerdo de la escena de “Braveheart” donde William Wallace es traicionado en la batalla por la persona que más respetaba. Este es el verdadero significado de la palabra respeto y es precisamente el verdadero valor que hay que defender. Ojalá pudiéramos sentir ese respeto por todo el mundo, pero obviamente no es así.

En un equipo, el respeto es fundamental para mantener al grupo unido y fuerte ante las adversidades. Este respeto del que hablamos, si realmente queremos tener un equipo potente, a pesar de que como ya hemos comentado no se puede imponer, sí se debe potenciar, animar, trabajar y dar ejemplo. Cuando dos personas se respetan, derivado de ese valor, se crea el estadio necesario para que todo lo que hagan sea mucho más sencillo y bueno.

El respeto también es un factor muy importante para una sociedad, puesto que todos sus miembros desean ser respetado por el grupo, y esa búsqueda del respeto hace que el conjunto mejore. Ya hablamos de este punto en la entrada: “El respeto como impulsor de la globalización”. Incluso hablamos de cómo el respeto también aportaba seguridad en: “Respeto también es seguridad”.

Ser un caballero

Cercano al respeto, pese a que en cierta forma es diferente, siempre recuerdo la palabra “caballerosidad”, pero tiene sus matices, puesto que ser un caballero, no implica respetar a los demás, al menos no de la misma forma que lo que acabamos de describir. Una de las mejores citas que he visto nunca, con relación a lo que es un caballero, es la siguiente:

Qué riesgos afectan al respeto

El primero y fundamental, que deja totalmente destrozado el respeto, tal y como ya hemos comentado antes, es la traición. La traición a la cualidad por la que respetas a una persona es la base de la pérdida del respeto más frecuente. Decir una cosa y hacer la contraria, establecer unos criterios y no seguirlos, no ser consecuente con las acciones que predicas, son sólo algunos de los ejemplos que destruyen el respeto que das hacia otra persona.

Confundir libertad de acción y pensamiento con respeto es otro de los grandes riesgos, puesto que nosotros mismos siempre exigimos libertad de acción a los demás, que sí que es cierto que debemos tener, pero también queremos el respeto de ellos y es en este punto donde empiezan los problemas. Parece que no nos basta con que nos dejen hacer, sino que queremos que los demás nos den y muestren su respeto hacia nosotros. No nos damos cuenta de que se tarda mucho en respetar a una persona, por el motivo que sea. El respeto siempre es fruto del trabajo y del tiempo. Cuando trabajas sin parar por un motivo, esa acción siempre deja huella en las personas y el respeto, desde esa continuidad de acción, empieza a crecer en los demás. Es sólo cuestión de tiempo que esa persona decida mostrarte su respeto.

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