La desinformación ya no es un efecto colateral de los conflictos, sino una herramienta estructural de guerra. El documento “Weapons of Information Warfare” del Center for Countering Disinformation de Ucrania (2025) identifica y explica más de 40 mecanismos y tácticas utilizadas para alterar la percepción, manipular el pensamiento y erosionar la confianza social y estatal.
Este análisis desglosa los elementos clave del informe para entender cómo se organiza y ejecuta una guerra cognitiva, desde la propaganda en memes hasta el uso de deepfakes, pasando por estrategias culturales, religiosas y deportivas que conforman el arsenal del “soft power”.
Visón estratégica o geopolítica
La guerra informativa descrita en este documento responde a una lógica geopolítica clara: el control del relato como instrumento de influencia y dominación. Rusia no sólo actúa como emisor de desinformación, sino como diseñador de infraestructuras narrativas de largo plazo que legitiman su acción exterior y desestabilizan el sistema internacional.
Lo que presenta este informe es una metodología exportable y replicable, con impacto directo en las democracias, la opinión pública, los sistemas electorales y la cohesión institucional.
Implicaciones técnicas, operativas y normativas
Como trabajan para lograr sus objetivos:
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1. Mecanismos técnicos y estructurales de influencia (págs. 4–20):
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Bots, cuentas falsas, deepfakes, duplicación de sitios, framing, sobrecarga informativa, agenda setting, demonización, polarización, sesgos, etc.
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Herramientas para manipular la percepción, simular consenso, alterar la narrativa dominante y saturar cognitivamente al receptor.
2. Tácticas narrativas y cognitivas (págs. 21–40):
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Ej. clickbaiting, rating, sandwich informativo, trolling, whataboutism, teorías de la conspiración, sleeper effect, false analogy, memes, estereotipos, etc.
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Su objetivo es hacer más digerible la desinformación, bloquear el pensamiento crítico y crear emocionalidad.
3. Herramientas de poder blando (págs. 41–60):
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Ejemplos concretos del uso de cine, deportes, literatura, religión, música, redes educativas, centros culturales y revisionismo histórico como vehículos de penetración narrativa y legitimación ideológica.
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Desde una perspectiva operativa, el documento ofrece un marco claro para construir capacidades de detección y respuesta: desde equipos de ciberinteligencia hasta planes de comunicación institucional y educación mediática.
Un ciclo sin fin
Lo más inquietante no es la sofisticación técnica, sino la explotación deliberada de vulnerabilidades psicológicas, sociales y culturales. No estamos ante una amenaza puntual, sino ante una lógica estructural de poder que busca minar los cimientos de la verdad compartida.
Las estrategias de desinformación no necesitan ser creíbles, solo persistentes y emocionales. La guerra informativa busca que dejemos de confiar, no que empecemos a creer otra cosa.
Aplicación real en empresas o instituciones
- Evaluar el impacto reputacional y regulatorio de la desinformación.
- Diseñar sistemas de alerta temprana en entornos SOC o de comunicación.
- Integrar módulos de resistencia cognitiva y detección narrativa en formación.
- Entender el poder blando como riesgo estratégico y no solo como diplomacia
“Si tu organización necesita evaluar su exposición a campañas de desinformación o fortalecer su resiliencia narrativa, este documento es una referencia obligada para directivos, analistas de inteligencia, responsables de comunicación y seguridad institucional.
Si quieres puedes acceder al documento completo en: Weapons of information Warfare
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