¿Quién nos protege ante un envenenamiento de los alimentos?

Los recientes atentados, así como las continuas muestras de los métodos de guerra utilizados por organizaciones terroristas, amenazando con el envenenamiento de la población, están dejando de manifiesto el cambio que está sufriendo la sociedad. Pese a que la maquinaria bélica existente en el mundo intenta mantener una tensa calma armada, precisamente para evitar que aquellos que no pueden entender, ni quieren, se aprovechen del resto, las constantes muestras de terror hacen pensar que necesitamos una protección mayor que la que tenemos.

Y se creó la Seguridad Privada

Tal y como comienza el preámbulo de la Ley 5/2014, de 4 de abril, de Seguridad Privada:

La seguridad no es solo un valor jurídico, normativo o político; es igualmente un valor social. Es uno de los pilares primordiales de la sociedad, se encuentra en la base de la libertad y la igualdad y contribuye al desarrollo pleno de los individuos…”

Pero continua diciendo que es un objeto privado y voluntario:

“…Los Estados, al establecer el modelo legal de seguridad privada, lo perfilan como la forma en la que los agentes privados contribuyen a la minoración de posibles riesgos asociados a su actividad industrial o mercantil, obtienen seguridad adicional más allá de la que provee la seguridad pública o satisfacen sus necesidades de información profesional con la investigación de asuntos de su legítimo interés.”

Antes de continuar en esta línea argumental, es necesario dejar claro que, al ser potestad del agente privado, tener o no tener esta seguridad, más allá de lo que la ley pueda obligar por la lógica gestión del orden público en eventos, o por la lógica protección de determinadas infraestructuras, debemos pensar que el objetivo perseguido en el resto de casos es la protección de los activos del agente privado.

Nuevas amenazas contra la sociedad

Continuamente nos despertamos con nuevas y perversas ocurrencias de la nueva forma de guerra del siglo XXI. Los métodos del terror varían en función de la perversa imaginación de los terroristas. En este caso, las nuevas amenazas sobre envenenamiento de los alimentos, los posibles asaltos a centros comerciales, etc. Han generado la incómoda pregunta de si este nuevo método de terror debe ser perseguido, y por ende pagado, por los agentes privados.

Muchas veces acudimos a un supermercado y nos encontramos a los Vigilantes e Seguridad realizando sus labores de vigilancia y control para evitar que el agente privado pueda perder sus activos, bien por robo, por deterioro, o por la repercusión en la imagen del agente en caso de un altercado en sus instalaciones. Ahora bien, tal y como hemos visto en estas nuevas amenazas, donde se ataca el modo de vida de la sociedad del país, con amenazas de envenenamiento masivo de alimentos con agentes químicos, ¿se deberían cambiar los protocolos de la seguridad privada para evitar estas actividades?. ya se ha hecho en casos concretos.Recordemos que

¿Quién paga la cuenta?

La pregunta es clara, ante estas amenazas, porque no son nuevas, ya que se llevan utilizado desde hace mucho tiempo en diferentes países, ¿Debe la seguridad privada, de un agente privado, hacerse cargo de su persecución? ¿Debe ser este coste sufragado por el agente privado? ¿Deben exigir los consumidores que todos los centros nos protejan de estas amenazas? ¿Quién debería auditar que estas posibles nuevas medidas de control se estén implantado?.

Quizás la única respuesta clara sea que sí que es necesario que se revisen estas nuevas amenazas y se establezcan nuevas medidas de control para evitar este tipo de ataques. Está claro que el peligro ha existido siempre, pero como suelo decir, la vida es un constante análisis de riesgo. Estamos en un rápido y frenético ritmo de vida en el que constantemente nos planteamos el riesgo de tal o cual acción. Siempre estamos calculando la probabilidad de que se materialice tal o cual amenaza sobre la acción que vamos a realizar, y valorando el impacto que produciría en nuestra vida.

Todos asumimos riesgos, y cada uno eleva su umbral donde mejor le parece, pero a menos que sólo comamos comida enlatada, o los fabricantes empiecen a poner armaduras anti jeringuillas en sus productos, mucho me temo que tenemos pocas opciones de mantener una alimentación equilibrada.

La probabilidad cambia constantemente

Es cierto que siempre ha existido la posibilidad de realizar este tipo de ataques por personas perversas contra los alimentos, pero la verdadera pregunta es, si realmente la probabilidad de que estos hechos empiecen a ocurrir con más frecuencia, debe provocar un cambio en nuestra forma de actuar.

La imaginación no tiene límites, prueba de ello es que cada vez que se supone que algo está semi controlado, aparece un nuevo vector que acaba volviendo a dejar en vilo el corazón de la población. Por ello, la probabilidad de ocurrencia de un evento, debe ser un factor fundamental a la hora de generar nuevas medidas de protección que se actualicen a la mitigación del riesgo actual.

La seguridad privada: ¿es para el ciudadano o para el comercio?

La pregunta final para la reflexión y el comentario no podía ser otra: ¿Quién debe pagar esta nueva protección en base a la probabilidad de ataque?. No he querido entrar en debates del tipo: no interesa porque realmente  los terroristas buscan impacto inmediato y mediático, es una acción que no se ha producido todavía, son sólo bulos que no tienen fundamento, etc. Puesto que todos ellos podrían ser objeto de análisis y contra réplica.

El objetivo del post es dejar en el aire la pregunta de ¿cómo debemos actuar, en conjunto la sociedad, ante una amenaza global, que excede las capacidades de acción de las FFCCSS?.

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