Hace tiempo que quiero escribir sobre los valores que debería desempeñar una persona en su trabajo. En especial aquellas personas que queremos que trabajen en nuestros equipos profesionales, máxime cuando hablamos de la seguridad.
Se habla mucho de las competencias profesionales que deben tener los trabajadores de una empresa, pero se habla poco de los valores que deben aportar al equipo. Si bien es cierto que la capacidad profesional es fundamental para la prestación de un servicio en una empresa, no es menos cierto, en base a mi experiencia, que, por mucha capacidad, si una persona carece de valores mínimos, no podrá ser a la larga un buen profesional.
Este asunto parece muy manido ya, se habla mucho sobre ello en grandes redes sociales y las responsabilidades sociales corporativas se afanan en decir los importante que es para las empresas tal o cual valor. Creo que la realidad, como suele pasar en este mundo VUCA (Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo, en sus siglas en inglés) es bien distinta.
Las organizaciones no son productos, o servicios, o tecnología, Las organizaciones son personas, personas que interactúan unas con otras y que son la imagen de la compañía.
¿Se nace o se hace?
Si una empresa quiere desarrollar sus valores, y quiere que se la reconozca por sus compromisos, debe hacer que sus equipos incorporan dichos valores. Al contrario que las competencias, que, en la mayor parte de los casos, y en mayor o menor medida pueden ser adquiridas en el desarrollo de una vida profesional, los valores raramente pueden ser aprendidos. Si somos consecuentes con esta afirmación, deberíamos decir que con los valores se nace, no se adquieren. Pero como todo en esta vida, nada es binario.
Quizás podríamos hablar de cuándo se adquieren los valores, puesto que una persona, desde su niñez, debe ver en sus referentes que estos le tratan con esos mismos valores, para que él pueda aprenderlos y practicarlos. Parece muy difícil que alguien que aprende a golpes pueda practicar la caridad o la generosidad.
Hecha esta pequeña, pero extensa introducción y a lo largo de algunos posts más, iré describiendo aquellos valores que, a mi juicio, deberían representar las personas de la organización en la que queremos trabajar.
Compañerismo
Todos queremos tener personas que trabajen con nosotros que buenos compañeros, pero ser buen compañero requiere entender qué es un compañero. Compañero, desde mi punto de vista, es una persona que tenga empatía por tu situación y que intente hacerte el trabajo más ameno y liviano posible.
El compañerismo, al igual que otros valores es una cualidad que sólo se adquiere y se siente con la práctica. el compañerismo requiere de un objetivo común, por lo que es fundamental que compartan el mismo objetivo. Si un equipo no tiene el mismo objetivo, el desarrollo de la empatía no podrá ser adecuadamente entendido. Este motivo es fundamental de cara a las direcciones de las empresas, porque muchas veces no se transmiten adecuadamente los objetivos entre los equipos.
El sentido del compañerismo sólo podrá ser adecuadamente manifestado si se prestan las condiciones adecuadas, y no sólo es trabajo de las personas que trabajan, sino de los responsables y directores de la organización. Es importante que, dado que todos somos humanos e imperfectos, aquellas personas que no compartan esos objetivos sean rápidamente identificadas con objeto de evitar la desidia y la frustración del resto del equipo.
Tradicionalmente se liga el compañerismo a la amistad, pero yo no estoy de acuerdo. Creo que para definir amistas sí es necesario decir compañero, pero no al contrario. Compañerismo es un valor que se da al grupo, y un grupo puede que no es esté formado en su totalidad por amigos. Ya comenté antes que era fundamental tener unos objetivos comunes, y por eso ese grupo, tenderá a esa consecución.
El mejor compañerismo es el que se presta sin esperar nada a cambio, pero rara vez es sólo así. Si hablamos de este valor, se entiende que ese grupo busca un objetivo común, y en un entorno empresarial, es más que suficiente. Ya habrá más valores que describiremos en el futuro que trabajarán esta idea de la amistad desinteresada.
Qué riesgos afectan al compañerismo
La mala definición del alcance sobre el que aplicar el compañerismo hace que muchas veces consigamos el efecto contrario al deseado, trabajar por el mismo fin. Un mal entendimiento del compañerismo puede llevar a crear grupos inconexos e incluso contrarios. El problema fundamental en este caso es la mala explicación de los objetivos generales y cómo los secundarios permitirán lograr los principales. Como siempre digo: “la potencia sin control no sirve para nada” y en este caso, además, es perjudicial.
Convertir el compañerismo en un único fin sin entender el objetivo, genera guerras sin causa y populismos mal entendidos. Pensar que apoyar al compañero defendiendo lo indefendible, por un mal concepto del compañerismo, es todo lo contrario a la definición inicial de buscar el objetivo global. Hay que ser crítico y analizar la mejor forma de ayudar al compañero, y no siempre es coger las banderas e ir a la trinchera. Hay veces que es mejor redirigir al compañero para que no se tire al vacío.
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