El Samurái Moderno: una historia sobre disciplina, propósito y humanidad en tiempos de incertidumbre.

A veces, las mejores conversaciones son las que no esperas.

Ocurren sin guion, sin saber exactamente qué va a pasar, y acaban dejando una huella que no se borra con el tiempo.

Hace unas semanas recibí una invitación de Tod, conocido por su espacio El Samurái Moderno. Me propuso sentarme a hablar sobre seguridad, liderazgo, disciplina y errores. No sabía muy bien qué buscaba en mí ni qué podía aportar, pero acepté. Supongo que hay invitaciones que uno no se piensa demasiado ;-).

Y menos cuando vienen de alguien que entiende la seguridad como Tod: sin adornos, sin postureo, con la seriedad de quien ha vivido situaciones reales donde la calma salva más vidas que la fuerza.

De esa charla nació algo más que una entrevista. Fue un encuentro entre dos formas de entender la protección: la del que vigila el muro, y la del que protege lo invisible que ocurre tras la pantalla.

Proteger lo invisible

La seguridad, tanto física como digital, tiene un elemento común: se ocupa de lo que no se ve. No se trata solo de sistemas o de datos, sino de personas, de confianza, de decisiones que sostienen a las organizaciones y, a veces, a países enteros.

Durante la conversación con Tod, me vino a la mente una frase que repito casi a diario:

“La primera línea de defensa no es un firewall, es el ser humano.”

Porque detrás de cada ataque frustrado, de cada incidente contenido, hay personas que toman decisiones bajo presión. La tecnología ayuda, claro. Pero lo que de verdad marca la diferencia es la mentalidad, la preparación y, sobre todo, la serenidad con la que se afronta el caos.

La seguridad no es un muro, es una responsabilidad. Y su mayor enemigo no es el ataque: es la complacencia.

El arte del cuerpo, la mente y la calma

Mucho después de dedicarme a la ciberseguridad, encontré en el Thai Jitsu la vocación que no sabía que tenía. El Tai Jitsu es un arte marcial japonés tradicional que combina técnicas de defensa personal, control y proyección, sin depender de armas externas. Su principio fundamental es la eficiencia: neutralizar la amenaza con el mínimo esfuerzo y el máximo control. Más que fuerza física, exige equilibrio, precisión y serenidad mental. El entrenamiento busca convertir el cuerpo y la mente en una única herramienta, capaz de adaptarse a cualquier situación con disciplina y autocontrol. En el ámbito profesional, su filosofía trasciende el tatami: enseña que la verdadera defensa nace de la preparación constante, la humildad para aprender y la capacidad de mantener la calma bajo presión. En ciberseguridad ocurre exactamente lo mismo. No dependes del software más caro, sino de tu criterio. No se trata de tener todas las herramientas, sino de saber utilizarlas con calma cuando algo se rompe.

“La resiliencia del Tai Jitsu es la misma que en ciberseguridad: no evitar todas las caídas, sino levantarte una vez más que tu enemigo.”

Esa disciplina física y mental me enseñó que el entrenamiento invisible, el que nadie ve, es el que salva cuando llega la tormenta. En el tatami o en el SOC, la diferencia está en la práctica, en la constancia, en la humildad de empezar cada día desde cero.

El golpe que enseña

Mike Tyson dijo que:

“Todo el mundo tiene un plan hasta que recibe el primer golpe.”

En seguridad, esa frase se cumple siempre. Los ataques no avisan, los fallos no esperan, y los planes más sofisticados se tambalean con un clic equivocado. Ahí es donde se ve quién entrenó de verdad y quién solo leía presentaciones.

“La resiliencia no se improvisa: se entrena cuando nadie te mira.”

He visto proyectos gigantes tambalearse por un detalle menor y equipos pequeños salir adelante gracias a su disciplina. La diferencia no está en el tamaño, sino en la mentalidad. En nuestra profesión, la victoria es silenciosa: no se celebra lo que no ocurrió.

El VIP como infraestructura humana

En la charla, Tod utilizó una expresión que me pareció brillante:

“Los directivos son infraestructura crítica humana.”

Y tiene toda la razón. Un alto ejecutivo, un político o un empresario no son solo personas, sino nodos que sostienen decisiones, empleos y estabilidad. Cuando fallan su privacidad, su reputación o su ciberhigiene, las consecuencias pueden ser enormes.

Hoy, los ataques no distinguen entre lo físico y lo digital: un ransomware que bloquea un hospital, un deepfake que destruye la credibilidad de una persona o una filtración en redes sociales que pone en riesgo a la familia y a la empresa.

Protegerlos no es una cuestión de lujo ni de estatus. Es una cuestión de continuidad y confianza.

El samurái moderno

La entrevista me hizo pensar en algo que repito mucho a mis equipos:

“La ciberseguridad no va de ordenadores, va de personas.”

La tecnología es necesaria, pero no suficiente. El verdadero valor está en la mentalidad del profesional: en su capacidad para anticiparse, mantener la calma y decidir con ética. Un samurái no se define por la espada que empuña, sino por la disciplina con la que la utiliza.

Un samurái digital protege lo esencial: la confianza, la reputación, el tiempo y la paz de los demás. Y lo hace sin ruido, sin protagonismo, porque sabe que la mejor seguridad es aquella que nadie nota.

Proteger como forma de servir

De todo lo que hablamos, me quedo con una idea que va más allá de la tecnología: proteger es servir.

No se trata de tener miedo, sino de tener propósito. De asumir que el riesgo siempre estará ahí, pero que con preparación y calma se puede transformar en oportunidad.

La seguridad no consiste en evitar todos los golpes, sino en aprender de ellos. En levantarse una vez más que el enemigo. En entender que cada día que pasa sin incidentes visibles no es casualidad, sino resultado del trabajo silencioso de quienes están detrás del muro.

“Proteger lo esencial, con calma y preparación, es lo que nos convierte en verdaderos samuráis digitales.”

Agradezco a Tod (El Samurái Moderno) su invitación y su honestidad.

A veces se necesita una conversación como esta para recordar por qué hacemos lo que hacemos: porque, al final, la seguridad no es una profesión: es una manera de mirar el mundo.

Si quieres ver la entrevista completa o leer el artículo de Tod, te dejo todos sus enlaces:

🎥 Ver la entrevista completa en YouTube
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Más sobre el anfitrión Alin Tod Atodiresei:

Muchas gracias Tod por tu entrevista tan instructiva y divertida.

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